Después de conocer el norte más al norte de Dinamarca, decidimos empezar un suave descenso hacia la península ibérica, así que después de recoger los trastos en el camping nos dirigimos hacia Fyrkat, donde se encontraba otro asentamiento-fortaleza vikinga, que una vez vista, es clavada a la de Trelleborg (ya se notaba que eran un poco cabeza-cuadrada estos vikingos).
Lo que más nos gustó es que había una granja vikinga en la que se representaban los oficios y actividades diarias en la misma, y nos pudimos disfrazar y hasta hacer pan como los vikingos.
Después cambiamos de tercio y nos fuimos a ver unas minas de caliza que hay en el centro de Dinamarca, de donde sacaban material para hacer morteros y piedra para construcciones. Como era casi la hora de la siesta corrimos mucho, porque a las 17:00 cerraban, así que nos dimos el paseo por la cueva a toda pastilla.
Nos cerraron (con puntualidad danesa, eso sí) hasta la tienda del museo-cueva, así que no pudimos ni comprar un poco del queso que maduraban en la cueva, y que pudimos oler en una de las galerías, guardado tras una reja, a salvo de los visitantes.Tras esta visita, nos dirigimos hacia Ribe, por donde habíamos pasado hacía más de una semana, haciendo una parada técnica en XXX para ver unas esculturas que nos habían llamado la atención en la guía, así que hicimos por repetir la foto que había, usando el trípode y con papá corriendo a todo trapo para poder salir en el encuadre…
Esta foto más artística es marca de la casa de Gabriela, a la que se le quedó el dedo pegado al disparador y casi deja a papá sin tarjeta de memoria en la cámara.Bueno, después de aprovechar los últimos rayos de sol, nos fuimos al aparcamiento del centro vikingo de Ribe (con la consabida casita-tipo de Vikie el Vikingo), donde cenamos tan ricamente, jugamos con las vacas y la pelota de fútbol, y agarramos la cama con muchas ganas, tras 500km a la espalda…zzzZZZzzz….
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