05 febrero 2013

Excursión al Tejo del Barondillo

Antes de acabar el año la tía Maribel nos propuso hacer una excursión para ver un árbol muy curioso que hay en la sierra. Curioso por su edad, ¡tiene más de 1.000 años!
Así que quedamos en uno de los aparcamientos que hay saliendo de Rascafría en dirección al puerto de Cotos para ir a hacer la caminata, y allí que estábamos a primera hora. El paseo empieza remontando el río Lozoya, por un sendero muy agradable y poco empinado entre árboles, con algunos remansos muy bonitos.

Como hace bastante fresquito salimos abrigados, aunque luego, según vamos subiendo, cada vez entramos más en calor.
Seguimos subiendo y subiendo, hasta que llegamos al puente de la Angostura, que parece muy antiguo, donde posamos todos para hacernos unas fotos.
El camino no para de subir, y dando vueltas y más vueltas seguimos andando entre los pinos, cada vez estamos más altos y tenemos ganas de llegar a nuestro objetivo. En uno de los recodos se abre el bosque y podemos ver la Cuerda Larga nevada, con unas vistas preciosas, mientras vamos pisando algo de nieve.
Por fin se acaba la pista, ¡ya estamos al lado!. Pero antes hay que bajar y cruzar el arroyo de Valhondillo, que con el agua que trae hace un poco complicado el cruce. Mamá se pega un morrazo al resbalar en las rocas, mientras que a nosotros nos ayuda a cruzar papá, que hace el paso del río varias veces para ayudar a todo el pelotón.
Una vez reunidos al otro lado del río, ya hemos llegado al objetivo. El tejo está rodeado de una valla de piedra, para evitar daños, ya que es muy viejito, como dice la placa que hay colocada allí.
Conseguido el objetivo, nos agrupamos para hacer una foto de familia, hay que ver lo grande que es el árbol, aunque al estar en ladera tenemos que estar un poco en equilibrio para poder salir todos en la foto.
Como hace bastante rasca y la subida nos ha abierto el apetito, tenemos que volver a cruzar el arroyo para subir a una zona que había con sol. Tras varios resbalones (y risas asociadas), tomamos el almuerzo a la vez que el sol, mientras mamá se cambia de ropa y pone la suya a secar. Cuando acabamos, cogemos el mismo camino para volver, así que tranquilamente bajamos por la pista hasta los coches, parando algunas veces para hacer fotos, ya que ha quedado una tarde preciosa. Al volver a pasar cerca de la presilla del río Lozoya tomamos esta foto tan invernal...
Después del paseo hacemos una breve parada junto al Monasterio del Paular, para probar los quesos que hacen, y de los que nos llevamos una muestra para probar en casa, ¡qué rico! 
Por si alguna vez queréis hacer la ruta, aquí os dejo el resumen de la misma que tomó papá con su reloj ¡qué cacharrines es! :-)