Aunque el tiempo amenazaba temporal (que dejamos en Madrid al salir), nos reunimos en Ayllón para otra jornada viajera sin importarnos las inclemencias del tiempo.
Empezamos dirigiéndonos a Tiermes, que cuenta con un yacimiento arqueológico muy importante (y que se había estudiado Carlos previamente, como no).
Lo primero que nos recibe es la iglesia, con unos capiteles preciosos.
Después, empezamos a recorrer el yacimiento prácticamente solos, aprovechando para ello la señalización que hay y que te lleva sin pérdida por el conjunto, que es bastante grande.
El recorrido da la vuelta al cerro, y se ve un acueducto excavado en la roca que incluso se puede recorrer bajo el cerro. Después, se llega a una impresionante entalladura en la roca, por donde discurría uno de los accesos a la parte superior del poblado.
El viento y algunas ráfagas con lluvia nos recuerda que la borrasca se aproxima, así que apretamos el paso para terminar el recorrido con las viviendas excavadas en la roca que hay en su parte este.
Aquí estamos dentro de una de las cuevas-vivienda, todos escorados a un lado para que se vea el paisaje.
Aquí vemos la zona de las termas, en la parte inferior del yacimiento, en la que se aprecia cómo se aprovecha el relieve y la roca de los taludes para hacer las edificaciones.
Después nos fuimos a comer un corderito asado al pueblo de Tiermes, momento en el que empezó a llover y ventear a gusto, cosa que nos abrió más el apetito…mmm
Después, nos acercamos a ver la iglesia de Pedro (así se llama el pueblo), en un apartado rincón de la sierra.
Como ya empezaba a hacerse tarde, volvimos a Ayllón, donde dimos otro paseo entre chaparrones, viendo los monumentos que tiene, subiendo y bajando a las murallas, hasta que se nos hizo de noche y cogimos el camino de vuelta.
En resumen, un día de no parar, esquivando la borrasca con suerte.