Esta es la primera de la serie de entradas sobre las vacaciones de este año en Sicilia. Básicamente quiero reflejar el cronograma de lo que vimos (que luego se nos olvida), y si puedo, irlo completando después.
El vuelo de ida fue Madrid-Palermo, 2 horas y media con un café y una galleta, y cuando llegamos, calor y la locura siciliana al volante, hasta que llegamos al “apartamento” en el Torre Artale Villas .
Una vez repuestos del susto, comimos algo y nos fuimos a Cefalú a pasar la tarde y cenar, que nos encantó.
Al día siguiente nos fuimos de excursión por Palermo, ciudad un tanto caótica, pero que almacena en su interior joyas como la Capilla Palatina en el Palacio Normando, que nos dejó con la boca abierta.
Después de completar el paseo viendo S. Giovanni degli Eremiti, la catedral y callejear un poco, nos fuimos a comer a Monreale, para ver la catedral del mismo nombre, con un complejo muy bonito. Como no podía ser menos, nos subimos hasta lo más alto, para ver todo el panorama de Palermo y alrededores.
Como todavía teníamos fuerzas, nos fuimos hasta Erice, al lado de Trapani, que es un precioso pueblo medieval subido en un cerro (aparcamiento cuasi-imposible). Llegamos casi anocheciendo, por lo que nos perdimos algunos monumentos que no se veían bien en el ocaso. En la siguiente foto, la Chiesa Matrice, que abrían hasta las 12 de la noche ¿?.
La bajada desde Erice por la carretera “local” es impresionante, empalma curvas de 180º una tras otra por una muralla, no apta para personas sensibles al mareo en el coche.
Después de ésto, vuelta al apartamento-bungalow, cena y zzzzzzzz
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