Un besito para todos.
Este es nuestro primer blog para ir contando las cosas que nos pasan al pelotón madrileño. Pretende ser un pequeño recopilatorio familiar de nuestras andanzas y aventuras
Poco a poco vamos cogiendo confianza con las bicis, así que cuando vamos al Retiro, ya montamos sin los rodines y nos lanzamos a atropellar a todos los peatones que pasan por allí.
En plena vorágine viajera, hoy quedamos en Puente del Arzobispo con el pelotón familiar para ir a visitar un secreto escondido cerca del río Tajo. Poca información hay acerca del acceso, así que después de preguntar a paisanos, logramos encontrar el camino correcto, aunque a veces pensamos que no vamos a ninguna parte (eso sí, el paisaje precioso). Para que no os perdáis, he hecho el itinerario en Google Maps, así que aquí lo tenéis: ACCESO CIUDAD DE LOS VASCOS
Al llegar al parking, lo primero que ves es esto:
Después de la sorpresa inicial, se llega aquí, donde se aprecia que la cosa va en serio, y empiezas a preguntarte ¿que hacían aquí estas “gentes”?
Sigues bordeando las murallas, y de repente ves la Alcazaba, alzándose al fondo del complejo, mientras vas andando por antiguos caminos, entre los que se aprecian los restos de construcciones.
Seguimos paseando entre vegetación típicamente mediterránea, con encinas, olivos, fresnos, cornicabras… y finalmente subimos a la Alcazaba. El panorama que se ve desde allí da una idea de la magnitud de la ciudad.
Paseando por la Alcazaba (un peñote rodeado de muros y restos de estancias), se aprecia lo bonito del entorno y la lejanía del sitio de zonas transitadas.
Después de un buen rato por las cumbres, iniciamos la vuelta al coche, que el estómago empieza a rugir….ggggrrrrroooooooaaaaarrrrr!!!!
Antes de volver a Puente del Arzobispo a comer, paramos a ver el dolmen de Azután, al lado de la carretera, y rodeado de campos de cultivo. Se encuentra en un estado pseudo-lamentable, sin ninguna indicación ni protección, ni nada de nada.
Ya en Puente del Arzobispo, después de comer nos vamos a dar un paseo, descubriendo las cosas tan interesantes que tiene para ver, además del famoso puente, que realmente es espectacular. Ahí os dejo unas imágenes…
Después nos dimos un paseo rápido por Oropesa, pero tan tan rápido que no pudimos ni desenfundar la cámara . Y aquí se acaban las aventuras de este fin de semana, que seguro que no son las últimas…je je je.
Aunque el tiempo amenazaba temporal (que dejamos en Madrid al salir), nos reunimos en Ayllón para otra jornada viajera sin importarnos las inclemencias del tiempo.
Empezamos dirigiéndonos a Tiermes, que cuenta con un yacimiento arqueológico muy importante (y que se había estudiado Carlos previamente, como no).
Lo primero que nos recibe es la iglesia, con unos capiteles preciosos.
Después, empezamos a recorrer el yacimiento prácticamente solos, aprovechando para ello la señalización que hay y que te lleva sin pérdida por el conjunto, que es bastante grande.
El recorrido da la vuelta al cerro, y se ve un acueducto excavado en la roca que incluso se puede recorrer bajo el cerro. Después, se llega a una impresionante entalladura en la roca, por donde discurría uno de los accesos a la parte superior del poblado.
El viento y algunas ráfagas con lluvia nos recuerda que la borrasca se aproxima, así que apretamos el paso para terminar el recorrido con las viviendas excavadas en la roca que hay en su parte este.
Aquí estamos dentro de una de las cuevas-vivienda, todos escorados a un lado para que se vea el paisaje.
Aquí vemos la zona de las termas, en la parte inferior del yacimiento, en la que se aprecia cómo se aprovecha el relieve y la roca de los taludes para hacer las edificaciones.
Después nos fuimos a comer un corderito asado al pueblo de Tiermes, momento en el que empezó a llover y ventear a gusto, cosa que nos abrió más el apetito…mmm
Después, nos acercamos a ver la iglesia de Pedro (así se llama el pueblo), en un apartado rincón de la sierra.
Como ya empezaba a hacerse tarde, volvimos a Ayllón, donde dimos otro paseo entre chaparrones, viendo los monumentos que tiene, subiendo y bajando a las murallas, hasta que se nos hizo de noche y cogimos el camino de vuelta.
En resumen, un día de no parar, esquivando la borrasca con suerte.
El tío Carlos ha organizado una excursión por la zona del río Dulce, en Pelegrina (Guadalajara), y allí que nos hemos ido todo el pelotón de los Molano’s. Quedamos en el pueblo de Pelegrina, donde empezamos con la subida al castillo (y la compra de manzanas a un paisano, que cerró la tienda después de que se la vaciáramos).
Después de subir a lo más alto, nos fuimos a dar un paseo por el cañón, pasando por la caseta donde Félix Rodríguez de la Fuente guardaba el material cuando rodaba capítulos de “El Hombre y la Tierra”. El otoño ya está aquí, así que los árboles se presentan de todos los colores.
Después de la comida, en la que celebramos el cumpleaños del primo Carlos, nos fuimos hacia la zona de Palazuelos, donde vimos el castillo y las murallas, que rodean el pueblo en su totalidad.
En el paseo descubrimos algunos nogales, a los que les quedaban algunas nueces de las que dimos buena cuenta (mientras el Jefe de la Expedición se dedicaba a hacer fotos).
Después nos acercamos a Carabias, que tiene una preciosa iglesia románica, que ocupa medio pueblo, al final de una carretera abandonada.
Seguimos la ruta en dirección hacia Atienza, pero nos quedamos antes, viendo las Salinas de Imón, donde hicimos una breve parada para ver cómo se obtenía la sal antiguamente.
Viendo que el día se iba acabando, volvimos hacia Sigüenza, hacemos una vista rápida de la Catedral, y después vamos dando un paseo cuesta arriba-cuesta abajo, hasta que ya se hizo tarde y conseguimos localizar una tienda en la que había unos ricos níscalos, de los que hicimos el correspondiente acopio….mmm
El día de hoy tiene un nombre propio… ETNA!
Cogemos los bártulos pronto y salimos en dirección a Catania, para intentar llegar lo antes posible al Etna y hacer alguna cosa más el mismo día. Con el tráfico y los cortes arbitrarios de carretera, al final llegamos más bien tarde, y además había un poco de nubes y niebla, pero como era nuestra oportunidad, allá que nos subimos.
Una vez en la zona superior del teleférico, la cosa se pone peor, con niebla y frío, así que sólo podemos dar un paseo en el camino de subida, mientras de vez en cuando van pasando los camiones todoterreno de los “turistas” que suben a ver la niebla…
Como el tiempo parecía que no iba a dar tregua, después de un paseo por el frío, decidimos bajarnos, otra vez subiremos arriba.
Así que tras el paseo, hicimos el camino de vuelta por otra bonita carretera de las que discurren por las faldas del Etna y volvimos a Kamarina, para recoger las cosas e ir preparando las maletas, que al día siguiente nos volvíamos a Madrid.
Tras el “parón” viajero del día anterior, salimos con las pilas cargadas hacia uno de los destinos que a priori nos apetecía más ver: Siracusa.
Empezamos por la zona arqueológica de Neapolis, bonito conjunto de monumentos de diferentes épocas, con la misma “presentación” desastrosa para el turismo, al típico estilo siciliano de “búsquese la vida”.
La primera parada es para comprar las entradas y ojear un poco en las tiendas de la zona de “entrada” al complejo.
Empezamos por el Anfiteatro Romano, encontrado por casualidad al hacer unas obras (lo normal por estos lares…)
Tras ver el Altar de Hieron II (como el Asador Donostiarra, pero a lo bruto), un paseo hacia la ¿tumba? de Arquímedes, vemos las Latomías, cerradas en gran parte por abandono (Sicilian’s style), y nos hacemos la típica foto en la oreja de Dionisio.
Después, con el estómago rugiendo, y un sol de justicia, subimos al teatro griego, que nos gusta más que el de Taormina (mucho más…)
Una vez vista esta zona, bajamos a la isla de Ortigia a ver un poco el mar y callejear por esta zona tan singular. Nos sorprende el interior del Duomo, donde se aprecian las columnas del antiguo templo de Atenea.
Una vez recorrida toda la isla, ponemos rumbo hacia Noto, otra bonita ciudad en la que se aprecia un importante esfuerzo por la restauración de los monumentos y la puesta en valor de su patrimonio. Destacan los palacios, iglesias y edificios oficiales, con un gran ambiente en la ciudad.
En la ruta de vuelta hacia Kamarina, decidimos pasar por Cava d’Ispica, también declarada Patrimonio de la Humanidad, pero ya se hace tarde y sólo podemos apreciarlo desde fuera.
Esa noche la sección infantil ha preparado un espectáculo en el resort, con temática egipcia, y después de un rato muy divertido apreciando las aptitudes de bailarines de la pareja, llegamos rendidos a la habitación, mientras que preparamos el equipo para la excursión del día siguiente.